La existencia a escala humana en tiempos de posmodernidad frente a la posverdad: qué hacer…
En el marco del raciocinio al cual nos convoca el pensar-nos como especie a escala humana en tiempos de posmodernidad-posverdad, se hace indispensable atrevernos a proclamar, observar y analizar de forma genuina, íntima y legítima el mirar la mirada y mirar-nos en la mirada del otro y de lo otro compasivamente, de tal suerte que las posturas, relatos y discursos que condesciendan, direccionen múltiples posibilidades para ponernos de acuerdo en la diferencia y así construir juntos, específicamente en torno al propósito de vivir una vida bien vivida, armonizada y en paz. De tal suerte, que se aperturen nuevos horizontes en clave de presente y prospectivas de futuro, que nos permitan transitar desde estadios de verdad, de una verdad profunda, subterránea y no trivial mentirosa, embebida en el engaño, la falsedad y el embuste; infortunadamente utilizada en cuanto estrado los sujetos del poder utilizan de forma connatural y normalizada; como bien se ha vislumbrado en la palabra de un sinnúmero de pasados, presentes y futuros político-administradores públicos inmersos en la pseudocorrupcción desplegada a través de narrativas zambullidas entre los hilos invisibles y cortinas de humo proferidos por los poderosos y retadores tentáculos de la posverdad.
En la perspectiva que aquí se adopta en el marco de esta columna periodística, fundamental-mente, se hace necesario, se requiere, se precisa con urgencia, tratar de enfocar el sentido de vida que subyace ensimismada entre las inter-conexiones permanentes y emergentes del bucle realidad-irrealidad-conocimiento, en un ambiente en el que se disputan la mirada las nuevas sociedades en su devenir existencial y su configuración de mundo atravesados por el tránsito invasivo de una batalla avasallante entre la verdad y la post-verdad, siendo la primera el objetivo a derrocar, pulverizar, invisibilizar; mientras la segunda en sus emergencias hace que las ideologías, valores y creencias se debiliten emancipándose de esta manera el engaño a través de la propaganda mentirosa mediatizada por los medios de comunicación en auge, usando como vehículo la Tera-red de Internet, espacio donde habita un torbellino interminable e increíble de imágenes imaginarios condicionantes, beneficiando y fortificando desde estas gigantescas híper-superficies virtuales las arcas financieras de las sociedades del control que monopolizan el poder político, económico y des-informativo, entre otros.
Dentro de este orden de ideas y parafraseando a Salmerón (2011) quien esgrime que la lucha es por el dominio de la mente, mediante operaciones psicológicas basadas en el desarrollo del orden-desorden informativo desde el combate electrónico; por consiguiente, el individuo-societal, está ingresando de forma masiva en una burbuja de la cual no quiere ni puede salir, y en tanto subyace atrapado a voluntad, inmerso en las redes sociales y la fragmentación de la soberanía sentipensante del sujeto en la esfera pública y personal, sumido en una realidad virtual, en sitios web falsos, bots, donde la proliferación de «fake news» y bulos que generan indignación y se propagan y diseminan sin cuestionamiento alguno, no obstante, en consecuencia, se multiplican de forma exponencial, una variada diversidad de otros instrumentos o dispositivos de manipulación sistemática, anónima, simplificada y polarizada, germinando la brutal-izacion del lenguaje y la neutralización del pensamiento crítico, cosificando a un sujeto (im)-posibilitado para pensar-se de forma genuina a partir de la inmersión voluntaria-(in)voluntaria en estos dispositivos de poder tal como lo sostuvo Foucault; que en general, se consolidan como un componente clave, si no la principal causa de la política de la posverdad (Braun, 2019, pp. 2-3).
Cabe considerar por otra parte en el marco del ocaso del siglo XX y, la aurora del XXI en clave de post-modernidad, que a partir de sus primeras décadas, en el preludio del primero, hablando historiográficamente, subyacen los vestigios de un sistema capitalista denigrante y arrollador, con sus dos guerras mundiales y todas sus depresiones económico-sociocultural-políticas y así dio paso al nacimiento del segundo con sus emergencias, mismo que irrumpe atravesado por el fenómeno de la “post-verdad” propio de los tiempos posmodernos caracterizados por la interconectividad creciente que de forma directa incide con potencia en la alteridad de las dinámicas de nuestra tierra patria, y específicamente en el sistema cognitivo-conceptual, subjetivan-te, des-humanizante, que en tanto circula sin control por entre los seres vivientes, por su psiquis, usos, costumbres, creencias y emociones, y como producto de ello y por su naturaleza, intereses y circunstancias socio-culturales, políticas y económicas, se incrementa exponencialmente, de forma vertiginosa e incontenible afectando la calidad de vida, de una vida bien vivida en la especie humana.
Post-realidad que emerge inmersa en las complejidades de la existencia a escala humana. En tal sentido, por tanto, se precisa de forma urgente bucear en las profundidades de tal sistema para contemplar la supuesta realidad como un todo y no solo desde sus partes fragmento-desfragmentadas.
Importa, y por muchas razones, frente a lo que nos convoca la actual realidad con sus emergencias, situarnos como especie humana en nuestro lugar de enunciación, en clave de reflexión, en el marco de las postrimerías de la racionalización que provoca inevitables tensiones y resonancias, que en tanto de forma imprescindible e inevitable nos empuja hacia la obligatoriedad de dejar atrás la pasividad, el egoísmo y el individualismo so pretexto de plantearnos un relacionamiento auto gestionado por la inteligencia ciudadana y la ética democrática, misma que se configura como eje fundamental que permite sin objeción alguna, a mi ver, la reorientación requerida con sus incidencias inmediatas e inmanentes dar paso al re-conocimiento necesario para interpretar-nos las nuevas realidades, necesidades e incertidumbres del siglo XXI. En tal sentido se pretende visibilizar y hacer frente a los vestigios de la posverdad naturalizada por la sociedad, utilizando como herramienta la palabra cierta profunda inmersa en la verdad subterránea, que permita la inmersión en posturas, narrativas y en diálogo inteligente, humanizante, autoestructurante y esperanzador.
Por lo demás, recapitulando y para concluir este espacio reflexivo, diré, que habitamos un espacio en el cual debemos repensarnos, reestructurarnos, reinventarnos en clave de generosidad y autocompasión, teniendo en cuenta la fenomenología que se advierte en el ambiente, donde el mundo se niega a sí mismo y a conveniencia desde dispositivos como el egoísmo, el egocentrismo, el individualismo, la melancolía y la soledad, espacios desde los cuales la verdad es un dispositivo en vía de extinción. En tal sentido, así las cosas, la realidad sostenida hoy manoseada por los mandamientos del fenómeno de la post-verdad que nos sumerge en un estadio de irrealidad, incertidumbre, inestabilidad, desorden, caos, encuentros-desencuentro-reencuentros, acuerdos y desacuerdos que nos aturden y ahogan en una realidad inventada y contaminada por la ficción, el engaño y la política policiva.

