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Murió el general Mora Rangel, figura clave militar y negociador de paz

El general retirado Jorge Enrique Mora Rangel falleció el 6 de diciembre de 2025 en Bogotá a los 80 años. Fue comandante del Ejército y de las Fuerzas Militares, protagonista en la modernización castrense y miembro del equipo negociador en La Habana. Su partida marca el cierre de una etapa decisiva en la historia reciente de Colombia.
General Mora Rangel

Murió el general Jorge Enrique Mora Rangel: figura clave de las Fuerzas Militares y negociador de paz

l amanecer del 6 de diciembre de 2025 trajo consigo una noticia que sacudió al país: el fallecimiento del general (r) Jorge Enrique Mora Rangel, uno de los oficiales más influyentes en la historia contemporánea de Colombia. La confirmación llegó desde el Hospital Militar Central de Bogotá, donde el oficial retirado permanecía internado. Tenía 80 años y su vida había estado marcada por más de cuatro décadas de servicio militar, liderazgo institucional y participación en procesos de paz.

Una vida dedicada al Ejército

Nacido en Cúcuta el 22 de noviembre de 1945, Mora Rangel ingresó a la Escuela Militar de Cadetes en 1964 y se graduó en 1968. Desde entonces inició una carrera ascendente que lo llevó a ocupar los más altos cargos de la Fuerza Pública. Fue comandante del Ejército Nacional y posteriormente comandante general de las Fuerzas Militares entre 2002 y 2003, en los años más intensos del conflicto armado interno.

Su formación incluyó cursos en Estados Unidos y en academias militares de prestigio, lo que le permitió aportar una visión estratégica a la modernización de las Fuerzas Militares. Durante su gestión se fortalecieron las operaciones contra grupos armados ilegales y se consolidó la doctrina de seguridad democrática que marcaría la primera década del siglo XXI.

El hombre detrás del uniforme

Más allá de su papel castrense, Jorge Enrique Mora Rangel se convirtió en una figura clave en el escenario político y social del país al aceptar integrar el equipo del Gobierno en la mesa de negociación de La Habana con las FARC. Su decisión no fue menor: representaba la voz de las Fuerzas Militares en un proceso que buscaba poner fin a más de medio siglo de guerra.

Aunque en el pasado había sido crítico frente a los diálogos con las guerrillas, su presencia en Cuba fue interpretada como un gesto de apertura y confianza, un puente entre la disciplina militar y la necesidad de construir paz. Allí, junto a otros representantes, aportó la visión estratégica de la institución armada, garantizando que los acuerdos no se desligaran de la seguridad nacional ni de la realidad de los soldados que habían enfrentado el conflicto en el terreno.

Su participación en la mesa de La Habana fue vista como un símbolo de legitimidad y compromiso. Para muchos, la presencia de un general de su talla aseguraba que las Fuerzas Militares no serían simples espectadores, sino actores con voz y voto en la construcción de un nuevo capítulo para Colombia. Sus intervenciones, firmes y directas, reflejaban la experiencia de quien conocía el conflicto desde dentro, pero también mostraban la capacidad de diálogo y de construcción de consensos. En ese espacio, Mora Rangel se convirtió en un referente de equilibrio: defensor de la seguridad, pero también consciente de que la paz debía ser un proyecto compartido. Su papel en La Habana consolidó la idea de que la paz no podía lograrse sin la participación activa de quienes habían cargado el peso de la guerra.

Reacciones y legado

La noticia de su muerte generó múltiples reacciones. El expresidente Álvaro Uribe Vélez lo recordó como “un gran colombiano” y destacó la cercanía que tuvieron cuando Uribe era gobernador de Antioquia y Mora comandaba la Cuarta Brigada. En esas reuniones diarias de seguridad, relató Uribe, el general fue pieza clave para enfrentar momentos críticos de violencia en la región.

Medios nacionales resaltaron su papel en la transformación castrense y en la defensa de la institucionalidad. Para muchos, su figura representa el tránsito de unas Fuerzas Militares centradas en la guerra hacia unas instituciones que también participan en la construcción de paz.

Una etapa que se cierra

La muerte de Mora Rangel simboliza el cierre de una etapa en la historia militar de Colombia. Su generación vivió los años más duros del conflicto armado, enfrentó el auge de las guerrillas y el narcotráfico, y acompañó el país en el tránsito hacia la negociación y la desmovilización.

Su legado es complejo: por un lado, el fortalecimiento operativo y doctrinal de las Fuerzas Militares; por otro, la participación en un proceso de paz que aún divide opiniones. Pero en ambos escenarios, su nombre aparece como protagonista.

Memoria y futuro

Para la Revista de Caldas, recordar la vida del general Mora Rangel es también reflexionar sobre el papel de los militares en la historia nacional. Su trayectoria muestra cómo la seguridad y la paz son dos caras de una misma moneda, y cómo los hombres de uniforme han tenido que adaptarse a los cambios políticos y sociales del país.

La crónica de su vida y muerte invita a valorar la memoria institucional y a reconocer que detrás de cada figura pública hay un ser humano que dedicó su existencia a un propósito. En su caso, la defensa de la nación y la búsqueda de caminos hacia la paz.

La Revista de Caldas y su equipo editorial manifiestan su profundo pesar por la partida del general Jorge Enrique Mora Rangel, soldado colombiano cuya vida estuvo dedicada al servicio de la patria y a la defensa de los valores institucionales de las Fuerzas Militares. Su fallecimiento deja un vacío en la memoria nacional y en la historia reciente del país, donde su liderazgo y compromiso marcaron huella en momentos decisivos. Desde nuestra labor periodística y cultural, nos unimos al sentimiento de duelo que embarga a la Asociación de Veteranos de las Fuerzas Armadas, a su familia y a sus amigos más cercanos, quienes hoy lloran la ausencia de un hombre que entregó su existencia a la causa de la seguridad y la paz.

Elevamos un mensaje de solidaridad y acompañamiento, convencidos de que su legado permanecerá vivo en la memoria colectiva de Colombia.

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