¡Ajá, mis queridos lectores! Ya huele a buñuelo y a promesa rota. Se nos vino diciembre con su cara de niño y su alma de político en campaña. Las luces parpadean, los pesebres se desempolvan, y los abrazos se ensayan como si fueran nuevos. Pero no nos engañemos: también se asoman los que quieren meter la “cuchara” en las elecciones del año que viene, disfrazados de Papá Noel con saco de candidato.
En Salamina, como en todo pueblo que se respete, la pólvora ya hizo de las suyas y los turistas llegaron con ganas de paisaje y de empanada. Pero ojo, que la atención no puede ser a medias ni con cara de fastidio. El que atiende mal, espanta al que vuelve. Y eso, en tierra de palmas y memoria, es pecado grande.
Y ahora sí, mis queridos, les traigo el chisme que anda rodando por los pasillos: la acción de tutela de la JAL de San Félix. Resulta que el juez, con cara de santo y pluma ligera, quiso archivar la tutela diciendo que ya habían cumplido. ¡Cumplido, dicen ellos! Pero la realidad es otra: el fallo se quedó en el aire y la comunidad esperando respuestas claras y concretas.
Como si fuera poco, se nos atraviesa la vacancia judicial, ese descanso que parece más blindaje que vacaciones. Y mientras tanto, el desacato se cocina en silencio, esperando otro juez que tenga la valentía de mirar de frente lo que aquí todos quieren tapar. Porque en este pueblo, cuando se trata de los de arriba, todo se cubre con el mismo manto: el de la impunidad.
Así que, ojo, que Timoteo no se calla. El chisme no es solo cuento de esquina: es la voz de la gente que siente que la justicia se acomoda según el apellido y la silla que se ocupa. Y aquí, mis amigos, el pueblo no olvida.
Y mientras tanto, allá en la Base Esperanza, los pingüinos celebran sin ruido, con el rojo encendido de la soberanía. ¡Qué contraste, carajo! Aquí nos peleamos por el alumbrado y allá se abrazan en silencio.
Así que, mis amigos, celebren con juicio, abracen con ganas y no se olviden de mirar al vecino con ternura. Que esta Navidad no sea solo de luces, sino de conciencia. Porque el que no aprende en diciembre, repite en marzo.
Antes de seguir con nuestra peroralata navideña, quiero levantar mi más enérgica protesta contra los delincuentes que asaltaron y destruyeron el pueblo de Buenos Aires, en el Cauca. ¡Qué dolor, carajo! Mientras la gente humilde apenas tiene para el pan, vienen estos bandidos a sembrar miedo y ruina.
Y aquí es donde la famosa “Paz Total” del presidente se nos revela como lo que realmente es: mejor hubiera proclamado “la Farsa y la Corrupción Total”. Porque no se puede llamar paz a un acuerdo que deja al pueblo indefenso, ni se puede llamar justicia a un silencio que encubre la barbarie.
Colombia no puede volver a la violencia guerrillera, ni a esos tiempos de sangre y zozobra que creíamos superados. El pueblo tiene que levantarse, con dignidad y con voz firme, para decir basta. Que no nos vendan espejitos de colores mientras los fusiles siguen tronando en las montañas.
Aquí, desde este rincón, Timoteo se suma al clamor de la gente: ¡no más impunidad, no más farsas, no más corrupción disfrazada de paz! Que la Navidad nos encuentre con conciencia despierta, porque el silencio cómplice es también una forma de violencia.
Y ahora sí, estaba que me reventaba por decirlo: qué orgullo tan berraco el que siento de ser amigo de don Eleuterio. Así aquí en la llamada “Ciudad Luz” algunos no lo valoren como se debe, en el exterior —más propiamente en la Argentina, esa meca cultural y literaria de Hispanoamérica— lo tienen como lo que es: un escritor importante de Colombia.
Como dice él, la palabra no se queda en la esquina de Salamina, sino que viaja, se lee y se celebra en otros rincones. Y prueba de ello es que el periódico “Niguatero” de Salamina le dedicó una buena parte de su edición navideña, reconociendo su voz y su pluma. De paso, hasta publicaron unos de mis chismes verdades pasadas, porque aquí la amistad también se convierte en memoria compartida.
Felicitaciones, amigo. Me siento orgulloso de ser su amigo y de ver cómo la cultura que sembramos en estas montañas se refleja en las pampas argentinas y en el corazón de quienes saben leer más allá de las fronteras. Porque cuando la palabra es auténtica, no hay muro ni distancia que la detenga.
Y antes de que se me olvide, mis queridos, les suelto esta ñapa: no se queden solo con mis chismes de esquina, búsquenle también la pluma seria a don Eleuterio en sus libros digitales. Ahí sí que van a encontrar cuentos, crónicas y verdades que no se dicen en misa ni en el concejo. ¡Aprovechen, que leerlo es como tomarse un buen café caliente en la madrugada: despierta, ¡anima y deja pensando!
Y como la Navidad también trae chivas, aquí les suelto la que anda sonando en el palacio exrosado, ahora pintado de blanco-dorado como si fuera modelito de pasarela. Resulta que la señora Rocío Marulanda, la “tapa huecos” oficial, ya peló el cobre en un video y dice que quiere ser alcaldesa. ¡Por Dios, mijita! ¿Con qué ropa? Porque una cosa es tapar huecos con pecunio ajeno y otra muy distinta es gobernar un pueblo entero.
La pregunta que queda flotando en el aire es: quién está debajito, quién va a gobernar si ella se sienta en la silla grande?. ¿Será el mismo que financia la tapada de huecos? Porque ese dinero no sale de la nada, y aquí el pueblo tiene derecho a saber si es obra de beneficencia o si es el modelito que le está haciendo el juego.
Timoteo no se calla: cuando la política se disfraza de caridad o servicio social, lo que se esconde es un negocio. Y el pueblo, que no es bobo, ya empieza a murmurar en las esquinas. Que no nos vendan espejitos de colores, porque la alcaldía no es pasarela ni vitrina: es responsabilidad, es servicio, es compromiso.
Y siguiendo con los que uno presume que quieren alcaldía, aparece “El Malacaroso”, el Secretario de Planeación, que no se ha vuelto a dejar ver. ¿Será que ya se le pasaron las ínfulas de alcalde y se contentó con ser piloto de dron? Porque eso sí, para volar aparatico hay entusiasmo, pero para mirar de frente al pueblo, nada de nada.
Ah, y una preguntica, señor arquitecto: ya que se sabe desde hace rato que cerca de Salamina, Aranzazu, Marulanda, Neira y San Félix hay un volcán como el Romeral, ¿ya comenzó a preparar acciones para promover el cuidado de la cuenca del río Chambery que nace en ese sector? Porque esa cuenca es tesoro y sustento, y si no se cuida bien, mañana no habrá ni agua ni paisaje que mostrarle a los turistas.
El pueblo no necesita drones para que lo miren desde arriba, necesita compromiso para que lo cuiden desde adentro. Y Timoteo lo dice clarito: hay que cuidar muy bien esa cuenca, porque la naturaleza no perdona la indiferencia, y el futuro de la región depende de que hoy se haga lo correcto.
Y no todo son chismes de pasillo ni políticos de pasarela. También hay que reconocer a los que se mueven con corazón. Ahí tenemos al coronel Naranjo y su Asociación de Veteranos, que se han vuelto muy acuciosos en estas vísperas. Lo vimos haciendo natilla en una vereda como Guaymaral, repartiendo alegría con novenas en diferentes sectores, y hasta cargando materiales de construcción para reparar las casas de nuestra gente.
Ese sí es un hombre valiente, un líder que vale la pena. Porque mientras otros se la pasan prometiendo desde el atril, él se arremanga la camisa y se mete de lleno en la vida del pueblo. Y Timoteo lo dice sin rodeos: esas son las acciones que construyen comunidad, las que dejan huella más allá de la pólvora y las luces de diciembre.
Es que no me podía quedar sin decir algo del modelito del palacio blanco dorado. La oficina de publicidad le ha bajado a la intensidad de los videos mostrando a Manuel Fermín hasta cuando se calza un zapato. Y eso, la verdad, es un alivio: porque ya parecía que no hubiera más qué mostrar, como si la vida del pueblo se redujera a la rutina del alcalde.
Ahora se dedicaron a mostrar imágenes de la Noche del Fuego, esa fiesta que están acabando culturalmente. Porque traer artistas de despecho y de rumba para que la gente se emborrache no es hacer cultura, es hacer relajo. Y gastarse más de 1.500 millones de pesos en rumbas durante el año es como si en Salamina no existieran problemas que atender.
¿Qué dirán los habitantes del Establo, del Playón o de San Félix, que ven cómo ese presupuesto aprobado a pupitrazo limpio no les da la mayor cosa? Timoteo lo dice sin rodeos: vamos muy mal, alcalde. Porque la cultura no se mide en tragos ni en tarimas, se mide en memoria, en respeto y en oportunidades para la gente.
Y hablando de presupuestos, ¿qué pasó con San Félix? ¿Dónde está la gestión para la construcción del teatro que tanto se ha prometido? Porque mientras se botan millones en rumba, la gente de las veredas sigue esperando espacios dignos para la cultura. ¿Será que su amigo del alma, Quiceno Producciones, va a traer más despecho para celebrar año viejo, pero no para el pueblo sino para los que tengan dinero para pagar? La demás gente, como siempre, a chuparse los dedos.
Y otra preguntica, alcalde: ¿cómo le está yendo con eso de llevar regalos al campo? Porque la Navidad no debería ser solo luces en la plaza y tarimas en el parque, sino también manos tendidas en las veredas, allá donde la necesidad es más grande y la esperanza más frágil.
Y hablando de voces que vuelven, vimos que reapareció Vladimir. Bienvenido este regreso, porque con él regresan también las críticas serias y la opinión fundamentada. Puede que no siempre estemos de acuerdo con lo que dice, pero igual son válidas y respetables sus opiniones. Ojalá él también respete a los demás que hacen sus cosas, porque al final las voces unidas manifiestan la razón.
Ya para ir cerrando esta peroralata de diciembre, quiero hablarles directamente a ustedes, mis queridos lectores. Porque Timoteo no escribe solo para soltar chismes y verdades, sino para que la gente piense, comente y se haga sentir. Así que los invito con toda la energía a que entren a la página de la Revista de Caldas y dejen sus opiniones. No se queden callados, que el silencio es cómplice y la palabra es poder. Díganle al mundo lo que sienten, lo que les gusta y lo que les duele, porque cada comentario es semilla de conciencia y memoria.
La revista no es solo un espacio de lectura, es una plaza pública digital donde la voz de cada uno cuenta. Y Timoteo quiere ver esa plaza llena de voces, de risas, de críticas y de aplausos. Que no digan después que aquí la gente no participa: ¡vamos a demostrar que el pueblo sí tiene palabra!
Y ojo, que esto no termina aquí. El próximo 23 y 24 de diciembre, Timoteo les tiene preparado un cuento navideño especial, con toda la picardía y la ternura que se merece la temporada. Será un relato para leer en familia, para compartir entre amigos, para reírse y también para pensar. Porque la Navidad no es solo luces y regalos, es también memoria, cultura y resistencia.
Así que ya saben: comenten en la página, lean la columna, y no se pierdan el cuento navideño. Que esta Navidad nos encuentre unidos, críticos y alegres, porque el pueblo que lee y opina es un pueblo que no se deja engañar.

