La luz de Salamina en esta navidad…el sabor de nuestra navidad en retrospectiva y prospectiva de acontecimiento
A modo de remembranza en un viaje retrospectivo e historiográfico irrumpe en mi memoria el sabor y el paisaje de nuestra navidad vivida por décadas, año tras año; donde desde esta perspectiva se hace inevitable pensar la navidad de ayer y la de hoy, las costumbres, usos, rituales y creencias de ayer y los de hoy.
Con mi rostro, mente y cuerpo en alteridad sumergido en los vaivenes de la memoria que recaba en la historia circunscrita en mi amado pueblo y abnegado terruño Salamineño bicentenario, cálido, señorial, mansión de mujeres esbeltas, hermosas, encantadoras, reinas majestuosas que adornaron los senderos por donde acontecía y discurría en paz y armonía nuestra infanto-adolescencia, en el que el tiempo se detenía mágicamente de forma encantadora y feliz… y por donde hoy continúa transcurriendo ahora mi existencia en la adultez, en el ocaso de mi vida, marchando hacia la vejez.
No obstante, además, tierra de hombres trabajadores, leales, honestos, familiares y excelentes caballeros, quienes hicieron de la palabra su honor, su impronta, su carta de presentación ante el mundo; así las cosas, debido a estas y muchas otras razones desde mi infantil y frágil ser, fueron dignos de toda mi admiración en tanto me sirvieron como modelos a seguir en el futuro próximo; con candor y con respeto en ellos y ellas reposaba con toda certeza la seguridad requerida de ese adulto, suficiente para generar en mí y en todos los infantes del pueblo total tranquilidad durante el desarrollo de nuestros ciclos de vida.
Era una Salamina cálida, abundante, de puertas abiertas tanto en el campo como en el pueblo o “Tierrabuena” como la denominó el gran e ilustre escritor Salamineño Rodrigo Jiménez Mejía en su libro Evocaciones en 1977. Hogar donde se encuentra mi corazón, donde está el corazón de una comunidad compasiva, amorosa, solidaria, esperanzada, creyente y conservadora; donde se ha reflejado con potencia el valor de los vecinos como la verdadera fortaleza del pueblo. Territorio en el que la comunidad se ha unido por tiempos memorables y bicentenarios con fervor en un solo cántico de alabanzas durante las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Inmaculada Concepción patrona del municipio como preámbulo de bienvenida a las novenas para celebrar la natividad del niño Dios, momentos en los que se revive en cada diciembre la historia de Belén, esa historia que emerge y retrotrae las enseñanzas que subyacen detrás del pesebre principal del pueblo enarbolado en la Basílica de la Inmaculada Concepción ubicada en el corazón del municipio y los pesebres de la gran mayoría en las viviendas vecinas en barrios y veredas con absoluta fe y devoción.
Épocas célebres que perviven en mi memoria cristalizada a través de la cual evoco tiempos en los que la vecindad se reunía en torno a un compartir entre luces y bolas multicolores, arboles vestidos de algodón, papel plateado, o el papel en el que se envolvían los regalos de navidad, guirnaldas, cascabeles hechos de alambre y tapas de gaseosa, maracas y guitarras, y todos nosotros cantando y orando para la bienaventuranza de un Dios que nos permitiría la gracia de un mejor porvenir; tiempos en los que además nos uníamos para disfrutar de la gastronomía local y regional en el marco de la proximidad de la noche buena, noche de festejos, alegría, comunión, fraternidad, momentos en los que en un solo grito de felicidad a la salida de “la misa de gallos”, los fuegos pirotécnicos animaban nuestro espíritu y deseo de celebración, acompañado de natilla, buñuelos, tamales y muchos otros sabrosos platos preparados con amor por toda las madres, padres, abuelas y abuelos de la población. La Misa de Gallo ha sido una celebración católica que conmemora el nacimiento de Jesús, tradicionalmente en nuestro pueblo se ha celebrado a medianoche en la Nochebuena el 24 de diciembre para recibir el 25 de diciembre, y se llama así porque se cree que “un gallo fue el primero en anunciar el nacimiento del niño Dios”. Es una misa especial llena de cantos de villancicos, lecturas del evangelio sobre el nacimiento y un ambiente de fe, alegría, encuentro familiar y sociocomunitario.
Transcurrido este extraordinario espacio del 24 de diciembre acompañado de los regalos del Niño Dios a partir de lo cual rebosábamos de felicidad en cada una de las familias de este histórico pueblo, en el que por costumbre y en clave sociocultural se nos hacía creer que los aguinaldos eran traídos por el Niño Dios Omnipresente, Omnipotente y Omnisciente al que con antelación solicitábamos nuestros deseos y anhelados aguinaldos subastados por el buen comportamiento, por haber sido buen hijo e hija obedientes y buenos estudiantes durante todo el año escolar.
Al tenor de estas notas encantadoras, a renglón seguido nos preparábamos para recibir el nuevo año acompañado por las fiestas del aire, celebraciones que permitían un nuevo encuentro fraternal entre paisanos en una sola celebración para juntos en amor y festejo dejando atrás las experiencias vividas y acogiendo con fervor y optimismo el año por venir con locales y visitantes coterráneos que por razones personales debieron emigrar a otros lugares de nuestra tierra patria global en busca de un mejor bienestar en horizontes de futuro; pero que aprovechábamos este momento so-pretexto para reencontrarnos y dar cuenta de una casta que sigue viva reflejando su nobleza, generosidad, honestidad, fraternidad, identidad, humildad, compañerismo, cooperación y don de gente de bien, por ello, nos reuníamos para dar cuenta de lo que éramos, volver a nuestras raíces y abrazarnos en la mirada y la alegría de ser niguateros de pura cepa, de “racamandaca” como dirían los “cundiboyacenses” que llegaron a este suelo se enamoraron y radicaron en él para echar sus raíces, tal como lo hicieron nuestros colonizadores antioqueños paisas de pura casta.
Todas estas manifestaciones de hermandad y continuos reencuentros nos permiten validarnos como coterráneos y sentirnos orgullosos de haber brotado de este esplendoroso lugar; que representa para propios y extranjeros un gran lugar para vivir, para estar en familia, para pasear, para realizar encuentros reales, legítimos y fraternales. Esta es la Salamina que me aconteció, que escribió y continúa reescribiendo mi historia y en la que continúo escribiendo y reescribiendo su historia. Versus la Salamina de hoy acontecida por la pobreza sociocultural, determinada por el aumento de la pobreza monetaria y multidimensional que atraviesa con agonía a toda la sociedad fruto del egoísmo y falta de inteligencia colectiva de muchos de sus gobernantes que piensan que con pan y circo se edifica una sociedad en desarrollo proveedora de bien común; en tanto, ya los niños y niñas no fantasean con la magia de la navidad como si afortunadamente sucedió en mí y las generaciones pasadas, donde perviven atesorados los recuerdos de mi infancia. Todo ello determinado por las ansias patológicas de poder de quienes ostentan dirigir los hilos inteligentes del bien común de un pueblo que los elige en las contiendas electorales esperando mejorar su calidad de vida, y que, por infortunio, de forma recíproca sufren de amnesia selectiva. Por esta y otras razones, que no se enunciaran en esta columna diré que hoy nos enfrentamos a la soledad, el egoísmo, la melancolía, la hiperconectibidad y el hiperconsumo como formas de vida de nuestras nuevas generaciones que en orfandad institucional han caído en la desesperanza y han perdido la capacidad de asombro; en tanto entonces la navidad para estas generaciones de cristal, amigos universales y nativos virtuales, tiene un sabor y un paisaje diferentes; a los aquí narrados desde la realidad vivida durante el recorrido por mi infancia y adolescencia; desposeídos del candor y del festejo para el cual fue constituida esta época maravillosa de la navidad.

